Sam Schmid, un estudiante de la universidad de Arizona que se creía que tenía muerte cerebral y ya estaba preparado para ser donante de órganos, milagrosamente se recuperó apenas unas horas antes de que los médicos consideraran la posibilidad de retirarle el apoyo que estaba recibiendo para mantenerlo con vida.
Schmid, un joven estudiante de negocios de la Universidad de Arizona, fue gravemente herido en un quíntuple choque en Tucson el 19 de octubre pasado.
Las lesiones cerebrales del muchacho de 21 años de edad eran tan graves que el hospital local no podía tratarlas, así que fue trasladado en helicóptero al Instituto Neurológico Barrow, en el Centro Médico St. Joseph de Phoenix, donde los especialistas realizaron una cirugía de un aneurisma.
Mientras los médicos abordaban el tema de la donación de órganos con su familia, Schmid comenzó a responder, levantando dos dedos. Hoy puede caminar con la ayuda de un andador, y su habla, aunque lenta, ha mejorado.
Los doctores dicen que probablemente tendrá una recuperación completa. Incluso el joven espera que lo dejen salir del hospital para celebrar las Fiestas con su familia.
"Nunca nadie me podría haber dado un mejor regalo de Navidad que esto - nunca, nunca, nunca", dijo su madre, Susan Regan.
"Les digo a todos, si quieren llamarlo un milagro, esto es un milagro", dijo Regan, católica y de 59 años. "Tengo amigos que son ateos que me llamaron y me dijeron, ’Voy a volver a la iglesia’".
El doctor de Schmid, el reconocido neurocirujano Robert Spetzler concordó en que su recuperación fue milagrosa.
"Estoy anonadado por su increíble recuperación en tan poco tiempo", dijo Spetzler. "Su recuperación fue realmente notable, teniendo en cuenta la gravedad de sus heridas mortales."
Spetzler además dijo que tuvo la "corazonada" de que a pesar de un pronóstico inicial grave, el joven iba a lograrlo, aunque consideró que era "razonable" para que otros la posibilidad de retirar del paciente las máquinas que lo mantenían con vida.
"Parecía como si todas las probabilidades estaban en su contra", señaló Spetzler, quien ha realizado más de 6.000 cirugías de este tipo.
Por días Schmid pareció no responder, pero su doctor estaba sorprendido de no haber visto lesiones mortales en la resonancia magnética, por lo que decidió mantenerlo con vida más tiempo.
"Había mucho daño, tenía una hemorragia, un aneurisma y un derrame cerebral ", contó Spetzler. "Pero él no tenía un coágulo de sangre en la parte más vital de su cerebro, que sabemos que no puede recuperarse, ni tenía un derrame cerebral que típicamente predice que no habrá ninguna posibilidad de una existencia útil."
Así, mientras la familia se le formó una imagen realista de las obres oportunidades que tenía Schmid de sobrevivir, Spetzler ordenó una resonancia magnética más para ver si las áreas críticas del cerebro se habían vuelto oscuras, lo que indicaría muerte cerebral.
"De otra manera, solo habría que aguantar y mantener el apoyo médico", sostuvo, "pero yo no quería dar falsas esperanzas a la familia."
La mamá de Schmid dijo que nadie "específicamente" le preguntó si su hijo sería un donante, pero "sutilmente hablaron acerca de la calidad de vida de mi hijo".
"En algún momento, supe que tenía que tomar algún tipo de decisión, mientras seguía rezando", agregó Regan.
La resonancia magnética volvió con noticias alentadoras durante el día y por la tarde Schmid "inexplicablemente" siguió las órdenes de los médicos, levantando dos dedos.
"Fue como sentir miles de fuegos artificiales al mismo tiempo", dijo Spetzler.
Schmid dijo que se siento bien en una silla de ruedas, y que está recibiendo mucha ayuda.