La obsesión de algunas personas por la estética cruza límites insospechados. Pero una cosa es la obcecación por la belleza propia, la de uno mismo, y otra muy distinta la de la perfección de los que están a nuestro alrededor. Regalar una operación de pecho a su hija de siete años: nada más que añadir.

De tal palo, tal astilla. La madre, que tiene un cuerpo por el que ha pagado más de 818 mil dólares, no se lo pensó dos veces en agasajar a su hija y a sus amigas con lujos de todo tipo, pero adaptados a su edad: tatuajes falsos, sesiones de manicura y pedicura, sin olvidar el imprescindible champán en las fiestas, pero esta vez, sin alcohol, claro está.

El caso es, ¿cómo una niña de siete años puede estar convencida de querer pasar por el quirófano cuando ni siquiera se ha desarrollado físicamente del todo? Pero tranquilos, si la niña finalmente desarrolla los pechos de sus sueños, podrá gastarse el dinero en cualquier otra operación
Pobre niña, de verdad. Estoy a favor de las operaciones de estética, pero creo que en el caso de los niños pequeños, salvo prescripción médica por motivos de salud, tendría que estar prohibido (y es que a esta madre es de poco seso).
ResponderEliminarEsto es lo mas raro que he visto en el mundo!!!!
ResponderEliminar:o