En lo que parece ser un episodio sacado de una película de comedia, un astuto individuo decidió instalar una cámara de vigilancia en su guarida y ¡sorpresa!, descubrió que su vecino estaba teniendo un festín a sus expensas durante meses.
En el barrio Coghlan, más animado que nunca, se destapó este curioso culebrón. El protagonista de nuestra historia se alojaba en un cuarto piso de la calle Estomba al 3000, y según cuentan, llegó solo hace poquito a este rincón del universo.
Todo era tranquilidad hasta que comenzó a notar que su inventario doméstico menguaba más rápido que un helado en un día de verano. Luego de inspeccionar la situación, llegó a la conclusión de que no era un caso de "posesión demoníaca" ni un efecto secundario del aguacate que comió en la cena. Así que decidió convertirse en el Sherlock Holmes moderno y ocultó su propia cámara espía.
¡Pero espera, la trama se complica! ¡Era su vecino, el del piso de abajo! Sí, el mismo vecino con el que probablemente compartía conversaciones sobre el clima o la última telenovela. Resulta que en la fiesta de cumpleaños de su sobrina, recibió una notificación en su teléfono que le hizo soltar el pastel de cumpleaños. Era su vecino en plena acción de "redistribución de bienes" en su santuario personal. Ni Netflix podría haber creado un giro tan inesperado.
El hombre, al ver las imágenes de su vecino comandando el saqueo de su propiedad, exclamó: "¡Ese rostro me resulta familiar! ¡Pero no sabía que éramos tan cercanos, vecinamente hablando, por supuesto!". Fue otro vecino el que confirmó su sospecha, probablemente con una mezcla de horror y deleite.
Las imágenes lo dicen todo: el ladrón vecino no solo se llevó el queso rallado, ¡sino también 100 mil pesos en efectivo! Aparentemente, empezó con el robo de cosas menores, quizás para crear una atmósfera de misterio. Pero la ambición le ganó, y pronto escaló a un nivel "profesional". El afectado, que estaba más preocupado por su queso que por su dinero, confesó: "Al principio pensé que había sido yo mismo en un ataque de hambre nocturna, pero después de que desaparecieran mis ahorros, me di cuenta de que algo raro estaba pasando".
Aparece la caballería, pero el bandido se hace el escurridizo. La Policía de la Ciudad entró en acción, pero el astuto ladrón fue más rápido y logró escapar antes de que pudieran atraparlo. "¡Se largó como si hubiera visto a un fantasma con uniforme policial!", exclamaron testigos. Pero las autoridades tienen su foto y nombre, lo que demuestra que los delincuentes modernos realmente no se preocupan por dejar una buena primera impresión.
La familia unida... en el crimen. Sorprendentemente, resulta que el pillo en cuestión es el hijo de la propietaria del apartamento vecino. ¡Vaya, eso sí que es llevar la cooperación vecinal a otro nivel! Aunque escapó con su fiel mascota, dejó tras de sí un rastro de zapatos eléctricos, alargues y queso que confirmaron su papel estelar en esta comedia negra. Sin embargo, parece que el dinero sigue siendo el escurridizo protagonista de esta historia, ya que no ha hecho una aparición dramática en el escenario.
En resumen, ¡un caso de robo vecinal que podría haber sido escrito por los guionistas más creativos! ¡Cuidado con tu vecino amigable! ¡Podría ser un ladrón astuto en busca de queso y billetes en tu nevera y cajón!